La bicicleta eléctrica sin cadena ilustra que las e-bikes tienen mucho de eléctricas… pero poco de bicicletas
A poco que uno se haya interesado alguna vez por el ciclismo habrá escuchado la expresión «ir sin cadena». Tres palabras que expresan la facilidad con la que un ciclista está rodando, pues no parece estar pesándole el esfuerzo que tiene que hacer para mover la cadena y, por tanto, vencer su resistencia para moverse.
Schaeffler, una de las empresas especialistas en bicicletas eléctricas y componentes para las mismas, quiere borrar esta frase de nuestro imaginario colectivo con una fórmula muy sencilla: quitar a la bicicleta aquello que la convierte en bicicleta. ¡Adiós cadena!
Una bicicleta sin cadena
Desde hace tiempo, Schaeffler cuenta con un sistema denominado Schaeffler Free Drive que también llama bike-by-wire. Junto al especialista en sistemas eléctricos Heinzmann GmbH & Co. KG, han desarrollado un conjunto que carece de cadena.
¿Cómo lo hacen? En el centro de todo se encuentra un generador eléctrico que se pone en marcha cuando el ciclista pedalea. Como si fuera un híbrido en serie, se recoge la fuerza ejercida por el ciclista en el empuje y se transforma en energía eléctrica. Esta energía pasa a una pequeña batería y la almacena.
Una vez la energía ha llegado a la batería, se traslada a un pequeño motor en la rueda trasera, que vuelve a transformar la energía eléctrica en mecánica para poner en marcha a la bicicleta. Según Schaffler, la ventaja de este sistema es que «la ausencia de una conexión mecánica entre el generador y el motor significa que Free Drive puede aportar (…) una sensación de pedaleo de configuración libre, que se personaliza según los requisitos de la bicicleta y las necesidades del ciclista».
Además, con la eliminación de la cadena, también se elimina de la ecuación el desgaste que sufre la misma y la obligación de llevar su sencillo mantenimiento para garantizar que todo funcione de manera correcta. Además, el motor es de 250W, como exige la normativa europea, pero configurarla a una mayor potencia para otros mercados no debería suponer un problema.
Antes, todo esto eran bicis
La eliminación de la cadena sólo es un clavo más en el ataúd con el que estamos enterrando a las bicicletas, pensarán los más acérrimos defensores del ciclismo más puro.
Lo cierto es que la bicicleta eléctrica ha servido para abrir la puerta de este deporte a multitud de públicos. Desde quien busca una bicicleta eléctrica como medio de transporte para moverse por una ciudad e ir a trabajar, hasta quien ha encontrado en este vehículo una nueva de hacer deporte o alargar su vida como ciclista sin necesidad de reducir el volumen de kilómetros.
No es casualidad que grandes superficies como Lidl o Decathlon hayan puesto su ojo en este medio de transporte. El sector estaba creciendo en los últimos años pero la pandemia de coronavirus ha terminado por hacer explotar las compras, creando incluso una burbuja por la escasez de componentes. Con esta fotografía, Portugal tomó la delantera.
Y en un mercado en expansión, también han proliferado las bicicletas que parecen de todo menos bicicletas. Para cumplir con el reglamento de la Unión Europea, las bicicletas eléctricas tienen que asistir al pedaleo.
Por tanto, para que una bicicleta eléctrica sea considerada como tal, no puede acelerar sin que el ciclista accione los pedales. El empuje eléctrico tiene que ser una ayuda para aliviar el empuje pero nunca puede acelerar sin que el ciclista intervenga con sus piernas. Este empuje tiene que decrecer cuando no se pedalea y, finalmente, pararse por completo.
La medida nos deja fuera algunos artefactos que han ido ganando fama en los últimos tiempos. Especialmente aquellos que han apostado por tener un acelerador propio, como sí está permitido en Estados Unidos, o los que ofrecen potencias muy superiores a los 250W máximos que se admiten en Europa.
Fuente: xataka.com