Tesla, el genio que encendió la luz, aterriza en CosmoCaixa
Excéntrico, visionario, pionero de la corriente alterna en la que se basó la electrificación del mundo, y de otras tecnologías que intuyó pero no tuvo oportunidad de desarrollar, como la transmisión inalámbrica, Nikola Tesla es el protagonista de la nueva exposición de CosmoCaixa. El museo de la ciencia de Fundación “la Caixa” en Barcelona acoge hasta el 12 de febrero de 2022 una muestra, organizada en colaboración con el Nikola Tesla Museum de Belgrado, que recorre cronológicamente los muchos avatares vitales y realizaciones del genio serbio estadounidense, complementado con módulos electromagnéticos, experimentos y exhibiciones de alta tensión que ilustran sus aportaciones. La interacción es una vez más fundamental en CosmoCaixa, «este museo donde no tocar está prohibido», como ha recordado la directora general adjunta de la Fundación “la Caixa”, Elisa Durán, durante la presentación de la exposición.
Después de las dedicadas a Einstein, en 2005, y Darwin, en 2009, Nikola Tesla. El genio de la electricidad moderna es la tercera exposición biográfica organizada por CosmoCaixa. Un honor sin duda merecido. En plena fiebre de la electricidad a finales del siglo XIX, Tesla introdujo la variable decisiva que permitió su uso generalizado en todos los órdenes de la vida. Después de inventar el motor de inducción mientras trabajaba en Francia para la filial europea de Edison, en 1884 viajó con cuatro céntimos en el bolsillo a Estados Unidos, epicentro de la revolución de la luz, para poner patas arriba el proceso de electrificación del país. En pocos años su propuesta de corriente alterna, adquirida por Westinghouse en 1885, se impuso a la corriente continua propugnada por Edison.
Una vida dedicada a la innovación
Nacionalizado estadounidense en 1891, Tesla desarrolló en su nuevo país el resto de su carrera. Su vida estuvo marcada por la dedicación obsesiva a la exploración de los límites de la técnica. Lo que hoy llamaríamos innovación. Cerca de 300 patentes reconocidas en 26 países, sus cuadernos de ideas sin desarrollar, que todavía son explorados por sus colegas del siglo XXI en busca de una pista genial, y sus propios escritos dan testimonio de la relevancia de un personaje que puso las bases de muchas de las innovaciones tecnológicas de nuestro tiempo. Hoy, cuando el mundo trata de avanzar hacia el cambio de modelo energético, su legado resulta más inspirador que nunca.
Todo ello lo aborda de manera modélica la exposición de CosmoCaixa. A lo largo de seis secciones, encabezadas por los dibujos realizados para la ocasión por el artista de cómic Juan de Dios Tenorio, el visitante recorrerá los diversos periodos de la vida de Tesla.
El primer capítulo de la muestra, Orígenes, nos acerca a un niño sin duda especial. Nacido en 1856 en la localidad croata de Smiljan, entonces perteneciente al Imperio austrohúngaro, en el seno de una familia serbia, el pequeño Nikola, enfermizo, curioso e imaginativo, demuestra una memoria fotográfica y una inteligencia preclara para las matemáticas. Se fija en los fenómenos cotidianos que le rodean, como la electricidad estática que salta en chispas cuando acaricia a su gato. Sus aptitudes le llevarán a la Escuela Politécnica de Graz, donde comenzó a pensar en nuevos tipos de motores. Iniciaba así, precozmente, el camino hacia su primer gran invento, el motor de inducción magnética.
El motor de inducción
Era una idea que le obsesionaba desde que vio en Graz un ejemplar de la dinamo de Gramme, el primer generador eléctrico desarrollado con fines industriales. Tesla imaginó un motor que funcionase utilizando un campo magnético rotativo como fuerza motriz y no un conmutador y escobillas.
Desarrollado en las horas libres que le dejaba su trabajo para la Continental Edison Company en Francia, el motor de inducción magnética que Tesla presentó en 1883 se basa en la idea, ya demostrada por Faraday, de que electricidad y magnetismo son las dos caras de la misma moneda: un campo magnético variable induce una corriente eléctrica en el interior de un conductor, y una corriente eléctrica genera un campo magnético.
Sus primeros trabajos en Europa protagonizan la segunda sección de la exposición de CosmoCaixa. En este punto, los visitantes pueden experimentar personalmente el principio físico que inspiró el invento de Tesla. Una manivela que accionada en un sentido hace pasar un imán por el interior de una bobina, generando una fuerza electromotriz que enciende una bombilla; y que accionada en el otro sentido lo que mueve es la bobina, quedando el imán quieto pero encendiendo igualmente la lámpara.
De Europa a América
Tesla no consiguió financiación para desarrollar su idea, así que decidió partir a Estados Unidos, donde estaba teniendo lugar el desarrollo y la aplicación a gran escala de las posibilidades de la electricidad. A aquel viaje, a sus comienzos en Nueva York trabajando para la Edison Machine Works y a su relación con el propio Thomas Edison, con el que no tuvo el entendimiento necesario para trabajar juntos, está dedicada la tercera parte de la exposición.
Estados Unidos brindó a Tesla el contexto industrial y comercial que necesitaba para desarrollar sus ideas y su potencial inventivo. Tras sus desencuentros con Edison decidió fundar su propia compañía para explorar la aplicación de la corriente alterna. Pese a las inseguridades personales y las dificultades económicas, en un contexto de gran efervescencia y competencia en el sector logró llamar la atención del magnate de Pittsburgh George Westinghouse, quien compró las patentes de los motores, dinamos y transformadores de corriente alterna de Tesla.
La «guerra de las corrientes»
El paso de Westinghouse provocó la reacción de Edison, que, gracias a su reputación y a su influencia en la opinión pública de la época, animó una monumental campaña contra la nueva tecnología que amenazaba con imponerse a la suya, gracias a su capacidad para atender una demanda creciente de potencia y cubrir largas distancias. Edison llenó la prensa de accidentes mortales por electrocución y sembró en la sociedad el miedo a la alta tensión, enfriando las expectativas en torno a la tecnología de Tesla, que no obstante Westinghouse adoptó definitivamente en la primavera de 1887.
Pero lo cierto es que la corriente continua de Edison no podía competir con la corriente alterna. La Exposición Mundial de Chicago de 1893 supuso el punto de inflexión. Westinghouse fue el proveedor oficial de energía para el gran acontecimiento. Gracias a doce generadores bifásicos de Tesla, logró producir tres veces la energía que consumía entonces la ciudad. El éxito sirvió para que Westinghouse ganara el contrato para la instalación de la primera gran planta generadora en las cataratas del Niágara, que ya en 1896 proveyó de energía a Buffalo.
El laboratorio de las maravillas
Tesla nunca renunció a su independencia, y su laboratorio fue el templo donde dio rienda suelta a su imaginación inventiva. Allí desarrolló sus bobinas, y experimentó con la transmisión de luz sin cables, a través del cuerpo, o con las sombrografías, un antecedente de las radiografías. Periódicamente abría sus puertas a curiosos y amigos como Mark Twain.
También allí concibió la idea de su Sistema Mundial de Transmisión, con el que aspiraba a ofrecer un servicio inalámbrico transatlántico de teléfono, radio e incluso de texto e imágenes, en un auténtico precedente de internet. En 1901, Tesla consiguió que J. Pierpont Morgan inviertiera 150.000 dólares en el proyecto y comenzó la construcción en Long Island de la Torre Wardenclyffe de telecomunicaciones. Pero el éxito ese mismo año de Marconi, con el envío de la primera señal de radio entre Europa y América, y los problemas financieros y laborales terminaron por malograr la aventura.
Tesla de ayer a hoy
Este fracaso marcó un antes y un después en la trayectoria de Tesla. Comienza aquí la quinta sección de la muestra de CosmoCaixa, bajo el epígrafe Decadencia y últimos años. Pese a que en 1917 recibió la Medalla Edison, la máxima distinción entre sus pares, y a algunos hallazgos relevantes en el campo, por ejemplo, de las turbinas, Tesla se convirtió en un personaje solitario y excéntrico hasta su muerte en 1943.
No obstante, el legado y el ascendiente de Tesla son inmensos. La última revolución tecnológica y la actual transición energética han reverdecido la admiración universal por el genio, y hoy más que nunca su inteligencia creativa y su obstinada inventiva siguen inspirando a los ingenieros y creadores actuales. El sueño de Tesla, hoy es precisamente la sexta y última sección de la exposición de CosmoCaixa. Una muestra que a lo largo del mes de noviembre se verá complementada por un ciclo de conferencias que abordarán pasado, actualidad y perspectivas de futuro de la obra de Tesla, rematadas con una mesa redonda protagonizada por algunos de sus principales divulgadores españoles, entre ellos Miguel A. Delgado, autor de Tesla y la conspiración de la luz.
Fuente: elindependiente.com