El dron inspector de líneas de transmisión
Las naves son capaces de detectar y prevenir averías en las líneas de alta tensión.
Un escuadrón de drones negros se despliega cada mañana siguiendo a las líneas de alta tensión. Son los nuevos vigilantes de la electricidad. Sus ocho hélices les propulsan hasta los 50 metros de altura y les permiten inspeccionar los tendidos atentos a cualquier anomalía. Su objetivo es detectar averías más rápidamente y prevenir otras. Toman imágenes para los equipos de mantenimiento y hacen análisis térmicos para detectar puntos calientes que indican la existencia de un defecto.
«Los drones han llegado para liberar a los operarios de las tareas que en la cultura anglosajona se conocen con las tres d Dirty, Dangerous and Dull, literalmente tareas sucias, peligrosas y aburridas”, explica Álex Gomar, cofundador de Hemav, empresa líder en España especializada en la gestión de gran volumen de información captada por drones. Hemav colabora con Unión Fenosa Distribución, distribuidora eléctrica de Gas Natural Fenosa, que cuenta desde este año de forma operativa con un equipo de 10 drones que trabajan en cuatro comunidades autónomas: Galicia, Madrid, Castilla-La Mancha y Castilla León.
Los drones toman imágenes y hacen análisis térmicos para detectar puntos calientes en la red
Hasta ahora, para realizar las inspecciones, los operarios debían trepar por las columnas metálicas que sustentan el cableado o subirse a un helicóptero para identificar el problema. Tomaban imágenes que luego analizaban para emitir un diagnóstico y proceder a la reparación. «Aunque siempre se han tomado todas las medidas de protección, los operarios asumían un gran riesgo en su trabajo», apunta Abelardo Reinoso, director de Red de Alta Tensión de Unión Fenosa Distribución”, una de las empresas pioneras en el uso de estos dispositivos aéreos para la inspección de redes en zonas no habitadas en España.
La flota de Hemav, una compañía impulsada en la incubadora de start-ups que la Agencia Espacial Europea tiene en Barcelona, inspecciona las líneas de alta tensión situadas en lugares elevados y de difícil acceso pero solo en zonas despobladas. Estos drones, que pueden alcanzar los 40 km por hora y alcanzar la altura de un edificio de 16 plantas, no pueden volar por cualquier parte. “La ley no permite utilizar estos dispositivos en zonas habitadas”, apunta Reinoso.
Un piloto controla desde tierra mediante una tableta el vuelo de las naves mientras explora las torres y el cableado en busca de anomalías. Un inspector de la empresa le acompaña para indicarle lo que más le puede interesar. “También son capaces de realizar inspecciones programadas en las líneas de alta tensión”, apunta Reinoso. En su vuelo toma imágenes con sus cámaras de alta resolución y térmica. Con esta última detecta las diferencias de temperatura e indica los puntos más calientes que indican la existencia de un defecto en la instalación.
“Muchos de los técnicos especialistas que antes salían a inspeccionar las redes se encargan ahora del análisis técnico de la información de manera más eficiente”, explica Reinoso. Los datos recogidos por los drones se analizan por el equipo de Hemav. Gracias a esta documentación digitalizada y precisa, los responsables del mantenimiento pueden enviar a los equipos de reparación a los puntos exactos para actuar y reparar los problemas. Estos robots celestes pueden ahorrar a las empresas eléctricas hasta un 30% en costes de inspección y mantenimiento y aumentar la productividad hasta el 20%, según los datos de la filial de Gas Natural Fenosa.
Por ahora, los drones no pueden ir más allá de la inspección visual. Hemav no descarta que en los próximos años el desarrollo tecnológico abra nuevos escenarios y usos. “Puede haber muchas aplicaciones futuras en torno a esta tecnología. En un sector emergente como este, se puede pensar en incorporar brazos móviles y diferentes tipos de herramientas en nuestros drones. Nuestros planes a medio y largo plazo son siempre incorporar lo último en tecnología”, argumenta Gomar.
Se trata de una tecnología en la que aún hay mucho por explorar: «El margen de error de varios metros de los GPS actuales dificulta las tareas de precisión», sostiene Manés Fernández, profesor de uno de los cuatro posgrados sobre Aeronaves Pilotadas Remotamente que hay en España, el de la Universidad de Oviedo. “Pero es cuestión de tiempo que se pueda salvar este obstáculo. Entonces se abrirán opciones nunca pensadas hasta ahora”, explica el profesor.
Fuente: economia.elpais.com