Cada vez hace más calor. Así que los expertos han empezado a preocuparse por los paneles solares
Existe un delicado equilibrio para los paneles solares. Como es evidente, estos paneles necesitan energía solar para funcionar; sin embargo, el calor causa también cierta pérdida de eficiencia. Tanto es así que hay quienes piensan que esto puede comprometer su capacidad de funcionar. Pueden respirar tranquilos.
Menos eficiencia, mayor producto.Los paneles fotovoltaicos suelen alcanzar su máximo de eficiencia cuando la temperatura del panel (que no la temperatura ambiente) es de unos 25º C. Por encima de esa temperatura su capacidad de aprovechar la energía va resintiéndose. Según algunos cálculos, por cada grado adicional estos aparatos pierden entre un 0,05 y un 0,34% de eficiencia.
Esto puede traducirse en pérdidas de eficiencia de entre un 10 y un 25% por culpa de las altas temperaturas. Lo que ocurre es que, las altas temperaturas suelen venir correlacionadas con mayores niveles de radiación solar, por la que la proporción de la energía que logran trasformar sea menor, la cantidad bruta de energía que reciben suele ser mayor en este tipo de situaciones.
“No es un problema grande. Las temperaturas altas solo afectan de forma marginal al producto total de la energía solar (es un efecto secundario). Si [el tiempo] es soleado y hace calor, vas a conseguir buen resultado energético. No se precipita por un acantilado” explicaba Alastair Buckley, de la Universidad de Sheffield para Solar Energy UK, asociación ligada del sector.
Buscando la máxima eficacia. Es imposible calcular el “punto dulce” de estos aparatos por varias razones. La primera es que temperatura y radiación solar son variables correlacionadas pero distintas.
Más aún puesto que, como hemos mencionado, no es la temperatura ambiente sino la temperatura a la que se encuentra el panel la que afecta a su eficiencia. Lo que sí sabemos es que, en general, más radiación, aunque implique más calor, tendrá un efecto positivo en la producción fotovoltaica.
El segundo que dificulta este cálculo es la coexistencia de diversas tecnologías solares y numerosas generaciones sucesivas de paneles solares cada vez más eficientes. Lo que sí sabemos es que no existe un escenario realista a la que los paneles solares dejarían de funcionar.
Un problema generalizado. La pérdida de eficiencia en la generación eléctrica en los días cálidos afecta, en mayor o menor medida, a casi todos los mecanismos de generación con los que contamos. En el caso de la fotovoltaica, el problema se produce puesto que la corriente eléctrica se genera cuando los rayos solares excitan los electrones en el semiconductor de la placa. En situaciones cálidas, estos electrones ya se encuentran en estados de alta energía, por lo que se requiere más energía externa para realizar esta tarea.
El motivo en el caso de energías como la térmica y la nuclear está en que éstas deben calentar agua para mover turbinas. A mayor temperatura del ambiente más energía hará falta para crear ese diferencial térmico. También en estos casos, el efecto es marginal.
Un problema cambiante. La energía solar es uno de los recursos con los que contamos para luchar contra el cambio climático. Pero su capacidad para darnos energía también puede verse limitada por las consecuencias de éste.
Cabría pensar que países como España podrían ver afectada negativamente su capacidad de generar energía solar ante el previsible aumento de las temperaturas. Un estudio realizado en 2015 sin embargo previó que el cambio climático de hecho afectaría más a la producción fotovoltaica de los países del norte de Europa que a los del sur.
España, en un punto intermedio. El sur de Europa se encuentra en un lugar privilegiado para la producción de energía solar. Con un promedio de 2.500 horas de sol anuales y numerosas provincias que superan las 3.000, la energía solar es una opción cada vez más prominente en el mixenergético del Estado. Nada indica que el aumento de las temperaturas pueda amenazar este hecho.
Fuente: xataka.com