Artículo realizado por David Orosco, gracias por compartir esta información.
¿Debe el impacto social de la electrificación rural ser medido solamente como cantidad de viviendas electrificadas?
Parece una pregunta retórica, y sabemos que la respuesta es que no, que “la energía eléctrica no es un fin en sí misma, sino un medio para el desarrollo de las comunidades rurales”.
La pregunta correcta debería ser en realidad ¿cómo estructurar un proyecto de impacto social en electrificación rural?
Mi respuesta es: “Se debe estructurar creando incentivos para que el inversionista a cargo del CAPEX y OPEX del proyecto, no sólo asegure la calidad del servicio eléctrico a los usuarios. Ya que va a estar a cargo del servicio por más de 20 años, debe asumir indicadores de impacto social asociados al desarrollo de esa comunidad, pero con incentivos económicos correspondientes”.
No se trata de “enchufar” más carga al inversionista. Se trata en cambio de usar los principios de economía de escala y economía de alcance, para optimizar la intervención que el Estado ya viene haciendo para subsidiar la electrificación rural.
Cuando la empresa privada recibe un desafío asociado a un incentivo (bien diseñado) ésta va a adecuar sus recursos y procesos para crear e innovar con miras a hacer suyo ese incentivo. La empresa sólo va a precisar de un plazo prudencial … y un incentivo bien diseñado.
En las láminas adjuntas a este post, se resumen algunos criterios de diseño que fueron propuestos en una consultoría realizada para el proyecto DecarBOOST auspiciado por el Gobierno de Alemania, sobre el diseño de modelos de negocio para electrificación rural con micro-grids en zonas rurales aisladas.
Enlace a láminas: Diseño de impacto social en electrificación social
