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El audaz y ambicioso plan alemán de energía 100% renovable

La guerra de Rusia contra Ucrania ha provocado un cambio tectónico en la política alemana y europea. Las ideas del gas como combustible de transición y del hidrógeno ‘azul’ han muerto. Alemania ha puesto fin, por ahora, a su política de décadas de transformación a través del comercio y volverá a ser una potencia militar.

En comparación con esto, sus planes de energía 100% renovable para 2035 pueden parecer la menor de las sorpresas, especialmente porque Alemania no es el primer país que se fija tales objetivos: Estados Unidos, Canadá y el Reino Unido ya se han comprometido a un objetivo similar. Dinamarca ya aspira a conseguir más del 100% de energía renovable para 2027, Austria el 100% para 2030 y Portugal y los Países Bajos están bien encaminados con sus recientes planes de ampliación de las capacidades renovables hasta 2030.

Los planes de Alemania tienen otra dimensión: el país es la potencia industrial de la UE, un líder histórico en la transición hacia las energías limpias, pero que acaba de salir de una década perdida de escaso crecimiento en energía verde y ahorro energético. Y lo que es más importante, el sistema político germano está diseñado para no moverse con rapidez, de forma que ir rápido ahora es un gran problema.

Los planes, adoptados recientemente por el Consejo de Ministros, indican que Alemania alcanzará en 2030 hasta 115 GW de energía eólica terrestre (más del doble de la actual), 30 GW de eólica marina y 215 GW de solar fotovoltaica (en ambos casos, cuatro veces más que hoy). Los proveedores de energía tendrán la obligación de reducir la factura energética de los consumidores tras suprimir en julio el gravamen a las renovables sobre el precio de la electricidad. También significa que completará su abandono total del carbón ese año.

Acelerar el paso es esencial para reducir el impacto de los altos precios de la energía fósil. Centrarse en la reducción de la demanda y en la expansión de las renovables es fundamental para que Europa deje de importar gas ruso para 2025. La década perdida de Alemania y su consiguiente dependencia del gas, el petróleo y el carbón rusos significa, concretamente, que es imposible evitar por completo los impactos económicos de los altos precios de los combustibles fósiles.

De hecho, actualmente nadie está protegido de ellos. La descoordinación de las compras de GNL por parte de Alemania y la UE ya está obligando a los compradores menos ricos, como Pakistán, a comprar ahora a precios récord. Incluso cuando Alemania consiga aplicar un enfoque más restringido, el menor peso de Rusia en los mercados energéticos mundiales hace probable que los precios altos se mantengan hasta la eliminación de los combustibles fósiles.

Esto hace aún más importante que Alemania, junto con otras economías avanzadas, desarrolle una oferta de solidaridad convincente, tanto para la UE como para el mundo. El liderazgo demostrado a través de las asociaciones para la Transición Energética Justa debe estar respaldado por una ambiciosa financiación pública y privada. Ello debe integrarse en un impulso más amplio de la diplomacia climática y energética que tenga como centro el desarrollo de la red y del sistema energético. Sólo entonces será posible implementar una infraestructura de hidrógeno verde más a la medida.

Alemania también deberá prestar apoyo inmediato a la ayuda directa, a través del aumento de la financiación al desarrollo y de los programas alimentarios de emergencia, así como la reducción de las tensiones en los mercados mundiales del trigo mediante la eliminación de las subvenciones a los biocombustibles.

Necesita, asimismo, recalibrar su relación con el grupo más asertivo de vecinos orientales, que no sólo han asumido un papel de liderazgo frente a la agresión rusa, sino que están también revisando su estrategia energética. El reconocimiento, por parte del primer ministro polaco, Mateusz Morawiecki, del potencial de las renovables baratas para reducir la dependencia de los costosos combustibles fósiles es un testimonio del cambio que se está produciendo allí. Alemania debería responder con una oferta de colaboración estrecha para que la transición polaca sea un éxito. También hace falta que Alemania se mueva rápidamente para acordar más sanciones energéticas contra Rusia para evitar que Europa financie la guerra genocida de Rusia contra Ucrania; empezando por el petróleo y el carbón.

Las placas tectónicas de Europa no han dejado de moverse, y aún queda mucho en juego, pero los contornos que se dibujarán empiezan a ser más claros. Una cosa parece cada vez más segura: su sistema energético se habrá impulsado más allá de la combustión y buscará socios comerciales que lo apoyen.

Fuente: agendapublica.elpais.com

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